Martín Lutero

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En el siglo XVII, y de la mano de un monje agustino que dictaba clases de teología en la Universidad de Wittemberg bajo el Imperio Romano germánico: Martín Lutero. Este clérigo estaba atormentado como muchos de su tiempo por el tema de la salvación. Sentía que la Iglesia de su época no le daba las respuestas adecuadas o los medios para encontrarla.

En rebeldía con el uso arbitrario de los bienes de salvación por parte de Roma, Lutero deparó en una frase de San Pablo sobre la que elaboró su doctrina: “El justo se salvará por la fe”. Para el clérigo, los seres humanos se salvarán sólo por la fe en Cristo y por la gracia de Dios. Así, propuso un sacerdocio universal y a la Biblia como única fuente de fe, desafiando la autoridad papal. En la puerta de la Iglesia de Wittenberg fijó sus ideas presentadas en forma de 95 tesis. Este gesto desencadenó la Reforma Protestante, un giro en los modos de entender y vivir el cristianismo que se extendió rápidamente por toda Europa y que adquirió aires diferentes en cada uno de los emergentes Estados Nacionales. La Iglesia Luterana se concentró en el centro y norte de Europa, principalmente en Alemania y los países Escandinavos. De allí, se expandió al mundo entero.

La Iglesia Evangélica Luterana Argentina (I E L A)

La Iglesia Luterana llegó a Argentina a través de dos corrientes migratorias diferentes: la primera proveniente de los Estados Unidos y la segunda proveniente de Rusia –aquí conocidos como “alemanes de Volga”-. Alrededor del año 1700, muchas familias alemanas luteranas se radicaron en los EE.UU. como misioneros, y desde allí recorrieron el resto de América Latina. Por otra parte, muy cerca de Rusia –lo que antes era Prusia- se radicaron grandes colonias de luteranos alemanes ligados a la actividad agrícola; desde allí migraron como muchos otros europeos – italianos y españoles- a América en búsqueda de mejores oportunidades a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX.

En un primer momento se radicaron en Brasil, abarcando el estado de Río Grande y Santa Catarina. Fueron reconocidos por ser mano de obra calificada y por poseer conocimientos tecnológicos avanzados; además tuvieron mucha aceptación por no haber en este país una religión oficial.

De estos dos contingentes de inmigrantes, algunos se instalaron definitivamente en Argentina, principalmente en las zonas agrícolas y ganaderas de Misiones, Entre Ríos y La Pampa.Esta comunidad al tiempo que intentaba integrarse al país que los recibía, conservaba al interior fuertes lazos de pertenencia e identidad, como el idioma:

“Mi lengua materna fue el alemán. Recién en la escuela aprendí el español” (Jorge Berger, 2005)

Cuando estos inmigrantes llegaron al país fueron atendidos espiritualmente por pastores de la Iglesia Evangélica Alemana, Sínodo de Berlín, llamada luego Iglesia Evangélica del Río de la Plata. Pero las crisis internas de inestabilidad de dicho Sínodo que afectaban tanto a los pastores como a los miembros y el trato un tanto extraño que recibían los inmigrantes ruso-alemanes de parte de los inmigrantes alemanes que componían esta iglesia, motivaron la insatisfacción y la búsqueda de una mejor atención espiritual, con mayor fidelidad doctrinal.

Entre tanto, en el año 1899, en los Estados Unidos, el Sínodo de Missourí reunido en Convención General, resolvió … “Iniciar el trabajo misional en América del Sur, especialmente en el Brasil y en la Argentina, pues las condiciones en estos países son muy favorables”…

En 1905 en Aldea San Juan de Entre Ríos se formalizó y organizó la primera congregación luterana en el país que respondía al Sínodo de Missouri, por iniciativa del pastor Matthesius – que no guardaba buenas relaciones con la Iglesia Evangélica Luterana del Río de la Plata- y en colaboración con pastores provenientes de Brasil y Estados Unidos.

La obra que comenzó en 1905 en la Aldea San Juan, se extendió por todo el país. Primero se extendió por la provincia de Entre Ríos. Con sede en Buenos Aires, se extendió al oeste hacia Guatraché, Villa Iris, Jacinto Aráuz, General San Martín, Coronel Suárez, Darregueira y otros lugares. Desde La Pampa llegó hacia San Luis y Córdoba, y luego hacia Chaco y Formosa. En Misiones se sumaron algunas familias de Entre Ríos con las familias luteranas provenientes del Brasil.

Con el correr de los años, y a medida que el trabajo misional crecía, se inició una Revista que sirvió de unión y de enlace a las parroquias. En el año 1918, apareció el “Kirchenbote”, cuyo primer director y editor fue el Pastor A. T. Kramer. En sus páginas solía enfatizarse drásticamente “algunas doctrinas y enseñanzas erradas” de grupos eclesiásticos no luteranos. Al comienzo el “Kirchenbote” se publicaba exclusiva y totalmente en idioma alemán. Pero con el tiempo se incorporó en el mismo una página en castellano, que fue ampliándose tiempo más tarde, de acuerdo con las necesidades que surgían con el desarrollo y crecimiento de la misión.

A medida que la obra misional crecía y se expandía, también crecía la convicción de organizarse como Iglesia Independiente o Distrito, para no continuar dependiendo del Distrito del Brasil. Las razones eran obvias: la diferencia de idioma, la distancia que separaba a ambos Distritos, y la necesidad de crear y edificar un Seminario propio, para formar futuros pastores en nuestro país.

En enero de 1920 se creó el Departamento de Misión de la I.E.L.A. – Iglesia Evangélica Luterana Argentina-. Su primera reunión fue en enero de 1920. El Pastor Alfredo T. Kramer fue su primer presidente. Gran parte del crecimiento y la consolidación de la IELA se debió a la creación de escuelas parroquiales, en un período de carencias de escuelas públicas que impartieran la enseñanza básica obligatoria. En estas escuelas que eran atendidas por los maestros parroquiales, se enseñaba el idioma alemán, la religión y las ciencias.

En 1948 se inauguró el Seminario Concordia en José León Suárez donde actualmente se forman los pastores que atienden las distintas congregaciones del país y del exterior. Allí, también se ofrece formación para la misión a través de la Escuela de Misioneros y capellanes escolares.

Actualmente, la IELA – Iglesia Evangélica Luterana Argentina- cuenta con 252 congregaciones y misiones, 70 pastores que guían a 28.000 miembros en las provincias de Buenos Aires, Río Negro, Chubut, Entre Ríos, La Pampa, Misiones, Chaco, Tucumán, Santa Fe, Córdoba, San Luis, Corrientes, Formosa, Salta y Jujuy, extendiendo desde aquí la tarea pastoral a países como Paraguay, Uruguay, Chile y España.

El Colegio Luterano Concordia de Córdoba

La idea de fundar el Colegio Luterano Concordia fue del pastor Erhard Beckmann que llegó a la ciudad de Córdoba en 1963, acompañado de su esposa:

“Nací en Aldea San Juan, en Entre Ríos, en un hogar de 12 hermanos, 5 varones y 7 mujeres, siempre un hogar cristiano. Nuestros padres habían venido de los EEUU como misioneros. Conocí a mi esposa en Bs. As; integrábamos el grupo de jóvenes luteranos de Villa Ballester. Luego, vine a Córdoba al aceptar un llamado como Pastor Misionero. La idea del colegio vino con el trabajo que desarrollaba. La Iglesia y yo tuvimos la idea de que el colegio podría ser un medio efectivo para acercar a la gente con el Evangelio de Cristo”..( E. Beckmann, 2003).

Los fondos para el proyecto provinieron de la Iglesia Luterana a través de las donaciones gestionadas incansablemente por Don Samuel Henry Beckmann – pastor y padre de Erhard-, residente en los Estados Unidos:

“Mi padre obtuvo todos los recursos para la creación del colegio a través de ofrendas otorgadas por cristianos Luteranos de los Estados Unidos (principalmente de niños)”(E. Beckmann, 2003).

El objetivo del proyecto fue realizar algo positivo en la tarea misionera, llegar a conectarse con la gente y hacer una obra de bien atendiendo a una necesidad concreta, educar a los niños ofreciéndoles el mejor servicio.

El proyecto se puso en marcha en 1971. Primero se implementó el Jardín de Infantes con sólo doce alumnos, cifra que se duplicó a los pocos días. En 1972 se abrió la inscripción a primer grado, acto inaugural al que asistió la misma Directora del Consejo Privado de la Provincia. En los años siguientes hasta 1978 se implementaron progresivamente los distintos grados de la escuela primaria.

El Colegio Luterano Concordia siempre estuvo ubicado en Avenida Santa Ana 2011 – sobre el terreno una antigua casa-quinta, con numerosos árboles frutales. Primero se construyó el Jardín de Infantes al fondo, y luego, cuando ya funcionaba el preescolar- se comenzó la edificación del frente, la vieja dirección –donde hoy funciona la administración- y las tres aulas del ingreso junto a la cocina y el baño. Arriba, donde hoy está la secretaría-, había un pequeño departamento donde por entonces vivían los cuidadores: Doña María y Don Juan.

Luego se compró el terreno del lado donde antiguamente funcionaba un criadero de nutrias y se construyó un aula en planta alta. Con el crecimiento progresivo de la población, se continuó la edificación hasta adquirir la fisonomía actual y se adquirió el polideportivo – viejo taller de carpintería metálica.

El Nivel Medio del Colegio Luterano Concordia

En 1980 se abrió primer año, por iniciativa de Beckmann, escoltado por el referente pedagógico más importante de estos años, Alicia Gysin:

“Yo ingresé a la escuela en 1972. Entré en la parte administrativa. En octubre de 1973 fui nombrada directora de primario y allí trabajé hasta marzo del año 1978 mientras terminaba mis estudios de profesora. En 1979 el pastor Beckmann me llama para que organice un secundario para el año 1980”
“Cuando vine a la escuela en el año 1972 tenía 22 años. Tengo una vida en la escuela. Hasta enero del año pasado que me jubilé, trabajé 30 años” (A. Gysin, 2004)

El primer grupo de profesores fue seleccionado por Alicia, dentro de los colegas que conocía. Mabel Tuber, Ana Colombano, Marta Vani, Luisa Moreno, Nora Hernández, Margarita Echavarría, Teodora Ragani, Leonardo Aguayo, Mónica Ponce, Carmen Garzón, Dora Caruso, y María Teresa Mongucci:

“Tenían una entrevista con el pastor y conmigo. Les contábamos qué era este colegio, porque la mayoría de los docentes no eran luteranos. Nos preguntaban mucho sobre la iglesia, sobre la identidad de la escuela. Después comenzaban a trabajar. Sabía que era grupo de docentes que iba a dar buen resultado… esto le dio mucho prestigio a la escuela ” (A. Gysin, 2004)

Por entonces, todos los docentes eran jóvenes, con ganas de hacer y de emprender proyectos; todos entregados a la iniciativa de una escuela secundaria al tiempo que concretando lo suyo, los proyectos personales – como sostener una familia y tener hijos- ;

“Otra cosa que también fue bien marcada es que como todas éramos jóvenes, todas los casamos en la misma época; todas tenemos hijos casi de las mismas edades. Era un plato. Empezaba una ‘estoy embarazada’, ‘Uy’ decíamos todas, ‘ahora dos más’ era clavado tres por año. Hasta que no aparecía la tercera estábamos todas temblando porque nadie quería quedar embarazada de nuevo” … ( Ana Colombano, 2004)

Si bien la primera matrícula se completó con alumnos provenientes de afuera- no de nuestra escuela primaria- y en muchos casos repitentes, poco a poco se incrementó el prestigio de la escuela en el barrio y con él la demanda, al punto que en 1977 se desdoblaron los cursos en dos secciones.: A y B.

Al principio, no contó con el subsidio económico del Estado, de modo que los gastos se enfrentaron con el apoyo financiero de la Iglesia Luterana y el trabajo de honor de muchos docentes y colaboradores:

“A toda escuela que empieza no le dan enseguida la habilitación, le dan permiso para trabajar pero la habilitación se la dan después de que chequeen su gestión” …( Alicia Gysin, 2004)

En eso años, Alicia y la secretaria Susana Picone – de eficiencia indiscutida-, estuvieron abocadas a la burocracia de presentar papeles para ir logrando las subvenciones. Los egresados –previo a la reforma educativa de 1996- egresaban con el título de Bachiller en Físico Química. Después de la reforma, el Colegio adoptó la Orientación Humanidades con Especialidad en Ciencias Naturales:

“Cuando vino la transformación de planes hicimos una encuesta a todos los alumnos del colegio secundario. También hicimos una jornada de trabajo con los padres. Y bueno, salió que les interesaba mucho la Especialidad en Ciencias Naturales. Por eso surgió esta especialidad; no por herencia, sino por la demanda que había en ese momento” (A .Gysín, 2004)

Aspectos distintivos del Colegio según sus iniciadores

El Colegio fue desde los inicios, una entidad que combina la enseñanza formal con el ejercicio pastoral:

“Veo de que Dios bendijo este proyecto, y todos los que participamos en esta obra hemos sido instrumentos en la mano de nuestro Señor. A Él todo honra y gloria por su gran ayuda”…(E. Beckmann, 2003)

Desde el inicio, se pensó el Colegio Luterano Concordia como una escuela mixta. Esta iniciativa se materializó en la elección del uniforme pensado en colores neutros – gris, azul, blanco y bordo:

“El colegio siempre fue mixto porque pensamos que nosotros nos movemos en una sociedad donde somos mixtos. Entonces es importante que crezcan juntos los dos sexos, que aprendan a convivir en forma conjunta y a desenvolverse después socialmente” (A. Gysin, 2004)

Desde el inicio, se incorporó a la matrícula y a la planta docente creyentes de diversas religiones, bajo la única exigencia de estar identificados con el lema de la escuela:

“Yo he visto mucho respeto por las demás religiones; han tratado de inculcar valores basados en la religión pero nunca inculcar lo “luterano”. Al comienzo la mayoría éramos católicos; Nunca han querido imponernos nada. Los valores que propone son a compartir por todas las religiones” (A. Colombano, 2004)

Contrario a otras escuelas confesionales, el Colegio nunca excluyó a alumnas embarazadas y la situación de pareja de un docente no constituyó un criterio de exclusión de su planta:

“Mi actual esposo es un hombre separado, esta situación era conflictiva para otros colegios en los que había trabajado; pero Alicia me ha recibido con las puertas abiertas y ahí nomás a la semana me dio trabajo”…(Teresita Brega, 2004)

Atento a las posibilidades de los vecinos del barrio, la cuota de la escuela siempre fue accesible:

“La cuota de la escuela siempre fue accesible” (Ana Colombano, 2004)

Docentes y alumnos que pasaron por esta casa, definen el Colegio Luterano Concordia como un lugar “acogedor”, en donde sus actores estuvieron siempre fuertemente comprometidos y de manera honesta, con el lema institucional de Amor y Servicio:

“Esta escuela fue acogedora en la parte humana…La experiencia que hemos tenido con A. Gysin, la psicopedagoga María Elena, muy buenas docentes, como amigas, como personas”…(Teresita Brega)
“Al menos en los trece años en que estuve al frente del colegio con mi señora esposa, hemos buscado de aferrarnos a este lema: tratar a todos por igual, ofrecerles nuestro amor enseñado por Jesús y por nuestro humilde servicio… (E. Beckmann, 2003)
“El carisma lo sintetizan las palabras Amor y Servicio. O sea, es una escuela que pretende brindar un servicio a la comunidad basados en el amor al prójimo. No le interesa adoctrinar gente para la Iglesia sino para que a través de la escuela los chicos puedan conocer un poco más las cosas de Dios” (A. Gysin, 2004)

Algunas actividades que hicieron historia

Los que pasaron por este Colegio, hacen referencia a los mismos recuerdos: el fogón, los paseos y el deporte.

El fogón –que aún se realiza todos los años- es una tradición del Colegio desde que comenzó el secundario. Al principio se hacía de un sólo día –el anterior al feriado del Día del Estudiante-, luego comenzaron a durar hasta una semana. La escuela a través de diversos proyectos fue generando actividades especiales para estas jornadas de septiembre: concursos, competencias deportivas, actividades recreativas y culturales y obras de teatro ofrecidas por los docentes a los alumnos.

“Era muy divertido actuar para los alumnos, se nos reían, uno que otros se burlaban; éramos jóvenes”, (A. Gysin,2004)

El Secundario siempre tuvo un proyecto de Vida en la Naturaleza. El mismo incluía campamentos con los alumnos del ciclo superior permaneciendo en diversos lugares de las sierras de Córdoba como Cerro Colorado, Cruz del Eje, Icho Cruz, Dique los Molinos- durante dos o tres días en contacto con la naturaleza:

“Nosotros tuvimos por mucho tiempo un proyecto de Vida en la Naturaleza; entonces salíamos mucho de campamento…De noche hacíamos un juego que se llamaba en grillo”… (A.Gysin, 2004).

También el deporte –a cargo del profesor Aguayo primero y de Teo después- ocupó un lugar distintivo en la formación de los adolescentes. Los triunfos deportivos han dado cohesión a la institución:

“Nos dieron un trofeo hermoso por haber participado en un partido de handball, a pesar de la desventaja, por la conducta deportiva que habían tenido los chicos. Así que fue un orgullo muy grande para ellos y para mí también”…(A. Gysin, 2004)